En medio de un clima de tensión comercial y diplomática, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Mark Carney, sostuvieron este jueves una conversación telefónica que fue calificada por el mandatario estadounidense como “extremadamente productiva”. Ambos líderes acordaron reunirse “inmediatamente” después de las elecciones federales canadienses, previstas para el 28 de abril.
La llamada, según Trump, sirvió para coincidir en “muchas cosas” y preparar un próximo encuentro en el que discutirán “cuestiones de política, negocios y otros factores que serán beneficiosos para ambos países”. La conversación se da en un contexto tenso, marcado por la reciente decisión de la Casa Blanca de imponer un arancel del 25 por ciento a todas las importaciones de automóviles, medida que entrará en vigor el 2 de abril.
Aunque los aranceles excluyen temporalmente a piezas fabricadas en México y Canadá, no contemplan una exención para los vehículos ensamblados en esos países, lo que ha generado alarma en la industria automotriz canadiense y una firme reacción del gobierno de Carney.
En una rueda de prensa previa, el primer ministro canadiense advirtió que su administración está lista para responder con “medidas de represalia que tengan el máximo impacto en Estados Unidos y el mínimo dentro de nuestras fronteras”. Carney agregó que Canadá no permitirá que se debilite su soberanía: “Rechazo cualquier intento de agotarnos o rompernos. Construiremos un futuro independiente, más sólido que nunca”.
La relación bilateral se ha tensado aún más por declaraciones recientes de Trump en las que insinuó que Canadá debería ser anexada como el estado número 51 de Estados Unidos, generando una ola de rechazo en la sociedad y la clase política canadiense. En respuesta, han surgido campañas para promover el consumo de productos nacionales y reafirmar la independencia del país.
La llamada entre Trump y Carney fue la primera desde que el nuevo primer ministro asumió el cargo el 14 de marzo, en reemplazo de Justin Trudeau. Aunque no se detallaron avances concretos sobre los aranceles, el compromiso de reunirse tras los comicios sugiere un intento de retomar el diálogo y evitar una mayor escalada en el conflicto comercial entre ambos países.
El gobierno de Estados Unidos sostiene que los aranceles buscan incentivar la producción nacional, pero expertos advierten que podrían encarecer los vehículos en el mercado estadounidense y afectar a fabricantes cuyas cadenas de suministro dependen estrechamente de socios como Canadá.
En medio de un clima de tensión comercial y diplomática, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Mark Carney, sostuvieron este jueves una conversación telefónica que fue calificada por el mandatario estadounidense como “extremadamente productiva”. Ambos líderes acordaron reunirse “inmediatamente” después de las elecciones federales canadienses, previstas para el 28 de abril.
La llamada, según Trump, sirvió para coincidir en “muchas cosas” y preparar un próximo encuentro en el que discutirán “cuestiones de política, negocios y otros factores que serán beneficiosos para ambos países”. La conversación se da en un contexto tenso, marcado por la reciente decisión de la Casa Blanca de imponer un arancel del 25 por ciento a todas las importaciones de automóviles, medida que entrará en vigor el 2 de abril.
Aunque los aranceles excluyen temporalmente a piezas fabricadas en México y Canadá, no contemplan una exención para los vehículos ensamblados en esos países, lo que ha generado alarma en la industria automotriz canadiense y una firme reacción del gobierno de Carney.
En una rueda de prensa previa, el primer ministro canadiense advirtió que su administración está lista para responder con “medidas de represalia que tengan el máximo impacto en Estados Unidos y el mínimo dentro de nuestras fronteras”. Carney agregó que Canadá no permitirá que se debilite su soberanía: “Rechazo cualquier intento de agotarnos o rompernos. Construiremos un futuro independiente, más sólido que nunca”.
La relación bilateral se ha tensado aún más por declaraciones recientes de Trump en las que insinuó que Canadá debería ser anexada como el estado número 51 de Estados Unidos, generando una ola de rechazo en la sociedad y la clase política canadiense. En respuesta, han surgido campañas para promover el consumo de productos nacionales y reafirmar la independencia del país.
La llamada entre Trump y Carney fue la primera desde que el nuevo primer ministro asumió el cargo el 14 de marzo, en reemplazo de Justin Trudeau. Aunque no se detallaron avances concretos sobre los aranceles, el compromiso de reunirse tras los comicios sugiere un intento de retomar el diálogo y evitar una mayor escalada en el conflicto comercial entre ambos países.
El gobierno de Estados Unidos sostiene que los aranceles buscan incentivar la producción nacional, pero expertos advierten que podrían encarecer los vehículos en el mercado estadounidense y afectar a fabricantes cuyas cadenas de suministro dependen estrechamente de socios como Canadá.