El escape se atribuye a fallas de infraestructura, falta de personal y posible ayuda interna. Siete reclusos considerados armados y altamente peligrosos continúan prófugos tras escapar de una cárcel de Nueva Orleans la madrugada del viernes, en una fuga que ha provocado una cacería a nivel interestatal y que ha sido calificada por las autoridades locales como un “fracaso total” del sistema penitenciario.
Los hombres —Corey Boyd, Jermaine Donald, Derrick Groves, Antoine Massey, Gary Price, Leo Tate y Lenton Vanburen— enfrentan cargos por delitos graves como asesinato, secuestro y agresión con arma de fuego. De acuerdo con las autoridades, aprovecharon un fallo en el sistema de cierre de las celdas, la ausencia momentánea de un empleado y un presunto plan logístico que pudo contar con complicidad interna.
Durante el escape, los reclusos atravesaron una pared a través de un agujero detrás de un retrete metálico, escalaron una valla con alambre de púas —protegiéndose con mantas— y cruzaron corriendo la Interestatal 10 antes de desaparecer en un vecindario cercano, donde se deshicieron de sus uniformes carcelarios. Antes de huir, dejaron un mensaje en la pared: “Demasiado fácil jaja”.
Hasta este lunes, solo tres de los diez fugados han sido recapturados. La búsqueda de los siete restantes involucra a más de 200 agentes, incluyendo personal del FBI, la Policía Estatal de Luisiana, el Servicio de Alguaciles de EE.UU., y cuerpos policiales de varios estados vecinos, tras una alerta emitida por la fiscal general de Luisiana, Liz Murrill.
El FBI ofrece una recompensa de hasta 10,000 dólares por cada fugitivo, mientras otras agencias agregaron incentivos adicionales por información que lleve a su captura.
Fiscal y su equipo abandonan la ciudad por temor
El fiscal de distrito de la parroquia de Orleans, Jason Williams, denunció que su oficina no fue notificada a tiempo sobre la fuga, pese a que varios de los reclusos fueron condenados por su equipo. Williams reveló que varios miembros del personal abandonaron la ciudad con sus familias por temor a represalias.
“Mi oficina mete a esta gente en la cárcel. Ellos no nos quieren cerca”, declaró.
“Que hayan salido y nadie haya dado la alarma es profundamente problemático”.
El propio Williams procesó a Derrick Groves, uno de los fugitivos, por el asesinato de dos hombres en 2018.
Sheriff admite fallo y señala crisis estructural
La sheriff de la parroquia de Orleans, Susan Hutson, reconoció la gravedad del fallo y atribuyó el incidente a deficiencias críticas en infraestructura y escasez de personal. Según explicó, las puertas corredizas de ciertas celdas pueden ser forzadas fuera del riel, lo que facilitó el escape.
Actualmente, la cárcel opera con solo el 60% del personal requerido y necesita al menos 150 agentes adicionales. Se estima que reparar el sistema de cerraduras costaría más de 5 millones de dólares, y el presupuesto total debería duplicarse de 68 a 150 millones para operar de forma segura.
Aunque se investiga si hubo complicidad por parte de empleados penitenciarios, Hutson advirtió que cualquier participación será sancionada administrativa y penalmente.
El escape se atribuye a fallas de infraestructura, falta de personal y posible ayuda interna. Siete reclusos considerados armados y altamente peligrosos continúan prófugos tras escapar de una cárcel de Nueva Orleans la madrugada del viernes, en una fuga que ha provocado una cacería a nivel interestatal y que ha sido calificada por las autoridades locales como un “fracaso total” del sistema penitenciario.
Los hombres —Corey Boyd, Jermaine Donald, Derrick Groves, Antoine Massey, Gary Price, Leo Tate y Lenton Vanburen— enfrentan cargos por delitos graves como asesinato, secuestro y agresión con arma de fuego. De acuerdo con las autoridades, aprovecharon un fallo en el sistema de cierre de las celdas, la ausencia momentánea de un empleado y un presunto plan logístico que pudo contar con complicidad interna.
Durante el escape, los reclusos atravesaron una pared a través de un agujero detrás de un retrete metálico, escalaron una valla con alambre de púas —protegiéndose con mantas— y cruzaron corriendo la Interestatal 10 antes de desaparecer en un vecindario cercano, donde se deshicieron de sus uniformes carcelarios. Antes de huir, dejaron un mensaje en la pared: “Demasiado fácil jaja”.
Hasta este lunes, solo tres de los diez fugados han sido recapturados. La búsqueda de los siete restantes involucra a más de 200 agentes, incluyendo personal del FBI, la Policía Estatal de Luisiana, el Servicio de Alguaciles de EE.UU., y cuerpos policiales de varios estados vecinos, tras una alerta emitida por la fiscal general de Luisiana, Liz Murrill.
El FBI ofrece una recompensa de hasta 10,000 dólares por cada fugitivo, mientras otras agencias agregaron incentivos adicionales por información que lleve a su captura.
Fiscal y su equipo abandonan la ciudad por temor
El fiscal de distrito de la parroquia de Orleans, Jason Williams, denunció que su oficina no fue notificada a tiempo sobre la fuga, pese a que varios de los reclusos fueron condenados por su equipo. Williams reveló que varios miembros del personal abandonaron la ciudad con sus familias por temor a represalias.
“Mi oficina mete a esta gente en la cárcel. Ellos no nos quieren cerca”, declaró.
“Que hayan salido y nadie haya dado la alarma es profundamente problemático”.
El propio Williams procesó a Derrick Groves, uno de los fugitivos, por el asesinato de dos hombres en 2018.
Sheriff admite fallo y señala crisis estructural
La sheriff de la parroquia de Orleans, Susan Hutson, reconoció la gravedad del fallo y atribuyó el incidente a deficiencias críticas en infraestructura y escasez de personal. Según explicó, las puertas corredizas de ciertas celdas pueden ser forzadas fuera del riel, lo que facilitó el escape.
Actualmente, la cárcel opera con solo el 60% del personal requerido y necesita al menos 150 agentes adicionales. Se estima que reparar el sistema de cerraduras costaría más de 5 millones de dólares, y el presupuesto total debería duplicarse de 68 a 150 millones para operar de forma segura.
Aunque se investiga si hubo complicidad por parte de empleados penitenciarios, Hutson advirtió que cualquier participación será sancionada administrativa y penalmente.