La producción de frijoles en el país continúa siendo insuficiente para satisfacer la demanda nacional, obligando a mantener la dependencia de importaciones desde Nicaragua, según afirmó el productor agrícola Juan Valladares en declaraciones en un radio local.
“El Gobierno maneja datos que no reflejan la realidad. Nuestra producción es deficiente y seguiremos importando frijoles del vecino país”, señaló Valladares, quien destacó que factores como la falta de mano de obra, el cambio climático y las deudas acumuladas están golpeando fuertemente al sector agrícola.
Uno de los problemas más críticos es la migración de jóvenes hacia Estados Unidos, lo que ha reducido considerablemente la disponibilidad de trabajadores en el campo. A esto se suma la intervención de intermediarios conocidos como "coyotes", quienes controlan la compra y venta del grano, encareciendo los costos para los consumidores.
Valladares también denunció que muchos productores están endeudados y que el Gobierno no ha tomado medidas para readecuar sus compromisos financieros, agravando la crisis en el sector.
El impacto de esta situación ya se siente en los bolsillos de los hondureños. A inicios de 2025, el precio de la libra de frijol subió alrededor de 4 lempiras, afectando uno de los alimentos básicos de la dieta nacional. Guillermo Cerritos, exdirector ejecutivo de la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras (FENAGH), explicó que este aumento era previsible debido a factores climáticos y estructurales que limitan la producción local.
Además, Cerritos señaló que, aunque el frijol importado desde Nicaragua tiene un menor costo de producción, al llegar a los consumidores hondureños su precio casi se duplica por los gastos logísticos y la intermediación.
Según el Banco Central de Honduras, en 2023 la producción de frijol alcanzó los 3.4 millones de quintales, superando en 500,000 quintales la producción de 2022. Sin embargo, las proyecciones para 2024 indicaban una cosecha de aproximadamente 3 millones de quintales, reflejando una disminución preocupante.
La combinación de estos factores amenaza no solo la estabilidad del mercado, sino también la seguridad alimentaria de miles de familias hondureñas que dependen de este grano básico.
La producción de frijoles en el país continúa siendo insuficiente para satisfacer la demanda nacional, obligando a mantener la dependencia de importaciones desde Nicaragua, según afirmó el productor agrícola Juan Valladares en declaraciones en un radio local.
“El Gobierno maneja datos que no reflejan la realidad. Nuestra producción es deficiente y seguiremos importando frijoles del vecino país”, señaló Valladares, quien destacó que factores como la falta de mano de obra, el cambio climático y las deudas acumuladas están golpeando fuertemente al sector agrícola.
Uno de los problemas más críticos es la migración de jóvenes hacia Estados Unidos, lo que ha reducido considerablemente la disponibilidad de trabajadores en el campo. A esto se suma la intervención de intermediarios conocidos como "coyotes", quienes controlan la compra y venta del grano, encareciendo los costos para los consumidores.
Valladares también denunció que muchos productores están endeudados y que el Gobierno no ha tomado medidas para readecuar sus compromisos financieros, agravando la crisis en el sector.
El impacto de esta situación ya se siente en los bolsillos de los hondureños. A inicios de 2025, el precio de la libra de frijol subió alrededor de 4 lempiras, afectando uno de los alimentos básicos de la dieta nacional. Guillermo Cerritos, exdirector ejecutivo de la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras (FENAGH), explicó que este aumento era previsible debido a factores climáticos y estructurales que limitan la producción local.
Además, Cerritos señaló que, aunque el frijol importado desde Nicaragua tiene un menor costo de producción, al llegar a los consumidores hondureños su precio casi se duplica por los gastos logísticos y la intermediación.
Según el Banco Central de Honduras, en 2023 la producción de frijol alcanzó los 3.4 millones de quintales, superando en 500,000 quintales la producción de 2022. Sin embargo, las proyecciones para 2024 indicaban una cosecha de aproximadamente 3 millones de quintales, reflejando una disminución preocupante.
La combinación de estos factores amenaza no solo la estabilidad del mercado, sino también la seguridad alimentaria de miles de familias hondureñas que dependen de este grano básico.