La belleza del día: “Salomé bailando ante Herodes”, de Gustave Moreau
Gustave Moreau (1826-1898) fue un pintor atípico en su tiempo. Mientras sus contemporáneos franceses se disputaban entre el romanticismo tardío, el realismo e, incluso, el impresionismo, su obra fue precursora en lo que luego se conocería como simbolismo, y se centró en los temas mitológicos y bíblicos, como sucede con Salomé bailando ante Herodes.
Nacido en el seno de una familia burguesa parsina, Moreau pudo desarrollarse como artista sin impedimentos. Si bien no fue un estudiante destacado, sus viajes en la adolescencia a Italia le permitieron embeber del romanticismo en boga y acceder a la obra de los pintores del Renacimiento, tema del que se convertiría un especialista.
Discípulo del romántico Théodore Chassériau, -que había estudiando con Ingres y Delacroix-, utilizó, como otros en esa época, los pasillos del Museo del Louvre como estudio para copiar a los grandes maestros. Llegó al Salón de París con 25 años y para el ‘55 fue seleccionado para la Exposición Universal de París, que exhibió su obra Los atenienses en el laberinto del Minotauro, junto a trabajos de Ingres, Delacroix, Rousseau y Courbet.
Gustave Moreau (1826-1898) fue un pintor atípico en su tiempo. Mientras sus contemporáneos franceses se disputaban entre el romanticismo tardío, el realismo e, incluso, el impresionismo, su obra fue precursora en lo que luego se conocería como simbolismo, y se centró en los temas mitológicos y bíblicos, como sucede con Salomé bailando ante Herodes.
Nacido en el seno de una familia burguesa parsina, Moreau pudo desarrollarse como artista sin impedimentos. Si bien no fue un estudiante destacado, sus viajes en la adolescencia a Italia le permitieron embeber del romanticismo en boga y acceder a la obra de los pintores del Renacimiento, tema del que se convertiría un especialista.
Discípulo del romántico Théodore Chassériau, -que había estudiando con Ingres y Delacroix-, utilizó, como otros en esa época, los pasillos del Museo del Louvre como estudio para copiar a los grandes maestros. Llegó al Salón de París con 25 años y para el ‘55 fue seleccionado para la Exposición Universal de París, que exhibió su obra Los atenienses en el laberinto del Minotauro, junto a trabajos de Ingres, Delacroix, Rousseau y Courbet.