La belleza del día: “Lugar natal”, de Eduardo Kingman
Eduardo Kingman (1913 - 1997), de quien hoy se cumple un nuevo aniversario de su muerte, fue uno de los maestros del expresionismo y el indigenismo ecuatoriano del siglo XX.
Conocido como El pintor de las manos, por la característica que acompaña a muchas de sus obras como también a Lugar natal, llegó durante su infancia a Quito, donde estudió en la Escuela de Bellas Artes, bajo la enseñanza de Víctor y Luis Mideros, artistas que formaron una mirada social para toda una nueva generación. Para el ‘31 viajó a Guayaquil donde comenzó a participar de círculos culturales mientras dibujaba para el periódico El Universo.
“Lugar natal” (1989), de Eduardo Kingman. Oleo sobre lienzo, en el Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, EE.UU.
En el ‘33 comenzó a exponer pero pocos años después pasaba algo muy significativo. Realizó tres grandes pinturas que envió a Quito al salón Mariano Aguilera de 1935, pero fueron rechazadas; al año siguiente, una de ellas, El Carbonero, recibió el primer premio en el mismo espacio.
En los ’40 pintó grandes murales como el del Instituto de Altos Estudios Nacionales, el de la Capilla del filosofado de San Gregorio y el del Templo de la Patria, entre otros. Junto a Oswaldo Guayasamín y Camilo Egas es uno de los grandes artistas de su generación.
Eduardo Kingman (1913 - 1997), de quien hoy se cumple un nuevo aniversario de su muerte, fue uno de los maestros del expresionismo y el indigenismo ecuatoriano del siglo XX.
Conocido como El pintor de las manos, por la característica que acompaña a muchas de sus obras como también a Lugar natal, llegó durante su infancia a Quito, donde estudió en la Escuela de Bellas Artes, bajo la enseñanza de Víctor y Luis Mideros, artistas que formaron una mirada social para toda una nueva generación. Para el ‘31 viajó a Guayaquil donde comenzó a participar de círculos culturales mientras dibujaba para el periódico El Universo.
“Lugar natal” (1989), de Eduardo Kingman. Oleo sobre lienzo, en el Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, EE.UU.
En el ‘33 comenzó a exponer pero pocos años después pasaba algo muy significativo. Realizó tres grandes pinturas que envió a Quito al salón Mariano Aguilera de 1935, pero fueron rechazadas; al año siguiente, una de ellas, El Carbonero, recibió el primer premio en el mismo espacio.
En los ’40 pintó grandes murales como el del Instituto de Altos Estudios Nacionales, el de la Capilla del filosofado de San Gregorio y el del Templo de la Patria, entre otros. Junto a Oswaldo Guayasamín y Camilo Egas es uno de los grandes artistas de su generación.