El cónclave más corto de la historia: duró menos de 10 horas y eligió al Papa Julio II
En medio del nuevo proceso de sucesión papal tras la muerte del Papa Francisco el pasado 21 de abril de 2025, la historia vuelve a poner en la mira un hecho sin precedentes: el cónclave más corto de la historia de la Iglesia Católica, celebrado en octubre de 1503, que concluyó en menos de 10 horas.
Este rápido proceso, ocurrido entre la noche del 31 de octubre y la mañana del 1 de noviembre de 1503, sorprendió por la celeridad con que los cardenales eligieron al nuevo Pontífice, el cardenal Giuliano della Rovere, quien asumiría como Papa Julio II. La elección se dio en la primera votación, algo inusual en estos procesos que, por lo general, se extienden durante varios días e incluso semanas.
Un contexto político determinante
La rapidez del cónclave no fue fruto del azar. Según explicó el historiador Ambrogio Piazzoni a Vatican News, la necesidad de estabilidad en la Iglesia tras la turbulenta etapa del Papa Alejandro VI —cuya gestión fue marcada por el nepotismo y el fortalecimiento de la familia Borgia— impulsó a los cardenales a tomar una decisión inmediata.
Giuliano della Rovere era visto como el candidato ideal antes del inicio del cónclave. Había consolidado poder político durante su exilio en Francia y contaba con una red de apoyos estratégicos que le aseguraban una amplia mayoría. Según crónicas de la época, incluso Nicolás Maquiavelo aseguraba que tenía un 90% de probabilidades de ser electo.
La elección de Julio II respondió también a la urgencia de reforzar el liderazgo papal durante las Guerras Italianas, un periodo de fuertes disputas entre las potencias europeas por el control de la península itálica.
Un pontificado decisivo
Julio II no solo se distinguió por su habilidad política, sino también por su papel como gran mecenas del Renacimiento. Su pontificado fue clave para fortalecer el papel de los Estados Pontificios y apoyar la creación de obras emblemáticas, como la Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro.
El contraste: el cónclave más largo
Mientras el cónclave de 1503 es recordado por su brevedad, la historia eclesiástica también recuerda el cónclave más largo, ocurrido en Viterbo entre 1268 y 1271, que duró casi tres años. La división entre los cardenales era tan profunda que las autoridades locales intervinieron cerrando las puertas del edificio e incluso limitando la comida para forzar una decisión.
Este contraste refleja cómo las condiciones políticas, sociales y personales pueden acelerar o paralizar por completo la elección de un nuevo líder espiritual para más de mil millones de católicos en el mundo.
En medio del nuevo proceso de sucesión papal tras la muerte del Papa Francisco el pasado 21 de abril de 2025, la historia vuelve a poner en la mira un hecho sin precedentes: el cónclave más corto de la historia de la Iglesia Católica, celebrado en octubre de 1503, que concluyó en menos de 10 horas.
Este rápido proceso, ocurrido entre la noche del 31 de octubre y la mañana del 1 de noviembre de 1503, sorprendió por la celeridad con que los cardenales eligieron al nuevo Pontífice, el cardenal Giuliano della Rovere, quien asumiría como Papa Julio II. La elección se dio en la primera votación, algo inusual en estos procesos que, por lo general, se extienden durante varios días e incluso semanas.
Un contexto político determinante
La rapidez del cónclave no fue fruto del azar. Según explicó el historiador Ambrogio Piazzoni a Vatican News, la necesidad de estabilidad en la Iglesia tras la turbulenta etapa del Papa Alejandro VI —cuya gestión fue marcada por el nepotismo y el fortalecimiento de la familia Borgia— impulsó a los cardenales a tomar una decisión inmediata.
Giuliano della Rovere era visto como el candidato ideal antes del inicio del cónclave. Había consolidado poder político durante su exilio en Francia y contaba con una red de apoyos estratégicos que le aseguraban una amplia mayoría. Según crónicas de la época, incluso Nicolás Maquiavelo aseguraba que tenía un 90% de probabilidades de ser electo.
La elección de Julio II respondió también a la urgencia de reforzar el liderazgo papal durante las Guerras Italianas, un periodo de fuertes disputas entre las potencias europeas por el control de la península itálica.
Un pontificado decisivo
Julio II no solo se distinguió por su habilidad política, sino también por su papel como gran mecenas del Renacimiento. Su pontificado fue clave para fortalecer el papel de los Estados Pontificios y apoyar la creación de obras emblemáticas, como la Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro.
El contraste: el cónclave más largo
Mientras el cónclave de 1503 es recordado por su brevedad, la historia eclesiástica también recuerda el cónclave más largo, ocurrido en Viterbo entre 1268 y 1271, que duró casi tres años. La división entre los cardenales era tan profunda que las autoridades locales intervinieron cerrando las puertas del edificio e incluso limitando la comida para forzar una decisión.
Este contraste refleja cómo las condiciones políticas, sociales y personales pueden acelerar o paralizar por completo la elección de un nuevo líder espiritual para más de mil millones de católicos en el mundo.