EEUU se prepara para atacar objetivos militares dentro de Venezuela
octubre 31, 2025 | 09:50 AM

EEUU se prepara para atacar objetivos militares dentro de Venezuela

La administración Trump ha tomado la decisión de atacar instalaciones militares dentro de Venezuela, y los bombardeos podrían ocurrir en cualquier momento, dijeron al Miami Herald fuentes con conocimiento de la situación, en momentos en que Estados Unidos se prepara para iniciar la siguiente fase de su campaña contra el cartel de los Soles.

Los planes de ataque, también reportados por el Wall Street Journal, buscan destruir instalaciones militares utilizadas por la organización de narcotráfico que, según Washington, está encabezada por el mandatario venezolano Nicolás Maduro y controlada por altos miembros de su régimen.

Fuentes dijeron al Herald que los objetivos —que podrían ser atacados por aire en cuestión de días o incluso horas— también tienen como fin decapitar la jerarquía del cartel. Funcionarios estadounidenses creen que el grupo exporta alrededor de 500 toneladas de cocaína al año, divididas entre Europa y Estados Unidos.

Aunque las fuentes declinaron decir si Maduro es en sí mismo un objetivo, una de ellas aseguró que su tiempo “se está acabando”.

“Maduro está a punto de encontrarse atrapado y pronto podría descubrir que no puede huir del país, incluso si lo intentara”, dijo la fuente. “Lo peor para él es que ahora hay más de un general dispuesto a capturarlo y entregarlo, plenamente consciente de que una cosa es hablar de la muerte, y otra es verla venir.”

Washington ha duplicado la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro, elevándola a $50 millones —la mayor de su tipo jamás ofrecida— y actualmente ofrece recompensas de $25 millones por la captura de varios de sus principales lugartenientes, incluyendo el ministro del Interior Diosdado Cabello, a quien se cree está a cargo de las operaciones del cartel. Otro alto funcionario del régimen que enfrenta cargos por narcotráfico en Estados Unidos es el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López.

Al anunciar en agosto la decisión de duplicar la recompensa previa de $25 millones sobre Maduro, la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, dijo que el mandatario lidera el Cartel de los Soles, una organización de narcotráfico incrustada en las fuerzas armadas venezolanas, y que trabaja con grupos violentos como la temida mega pandilla venezolana Tren de Aragua, el Cartel de Sinaloa de México y otras redes criminales transnacionales. Bondi calificó a Maduro como “uno de los mayores narcotraficantes del mundo y una amenaza para nuestra seguridad nacional”, y agregó que el aumento de la recompensa busca “cerrar el cerco” en torno a él.

Estados Unidos ha incrementado drásticamente su presencia militar frente a las costas de Venezuela como parte de una operación que, según la Casa Blanca, tiene como objetivo desarticular el narcotráfico y las redes criminales vinculadas al régimen de Caracas.

Una de las primeras acciones del presidente Donald Trump tras regresar a la Casa Blanca en enero de 2025 fue instruir al Departamento de Estado para designar a ciertos carteles de la droga como organizaciones terroristas y criminales transnacionales —incluyendo al Tren de Aragua y al Cartel de los Soles venezolano.

En agosto, Estados Unidos comenzó a reunir un gran despliegue en el sur del mar Caribe, cerca del norte de Venezuela, creando una Fuerza de Tarea Conjunta que inicialmente incluyó tres destructores —equipados para defensa aérea, antisubmarina y antimisiles— y un grupo anfibio de unos 4.500 soldados. La misión ha incluido patrullas marítimas con aviones de reconocimiento P-8 y vuelos de vigilancia de largo alcance para trazar las rutas del narcotráfico.

En septiembre, el despliegue fue reforzado con 10 cazas F-35B basados en la Base Aérea de Ceiba, en Puerto Rico, y drones armados MQ-9 Reaper estacionados en el aeropuerto Rafael Hernández de la misma isla. Funcionarios estadounidenses aseguran que esas aeronaves pueden ejecutar ataques de precisión contra laboratorios, pistas clandestinas, vehículos o embarcaciones vinculadas al narcotráfico.

El 24 de octubre, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenó el ingreso al Caribe del portaaviones USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque —incluidos el crucero USS Normandy y los destructores USS Thomas Hudner, USS Ramage, USS Carney y USS Roosevelt. El grupo de portaaviones, con más de 4.000 efectivos y alrededor de 90 aeronaves de combate, es descrito por oficiales venezolanos retirados que hablaron con el Herald como el eje central de una “fase final” destinada a neutralizar a los líderes del Cartel de los Soles y del Tren de Aragua, y a golpear objetivos fijos y móviles dentro de Venezuela.

Hasta ahora, la fuerza se ha empleado principalmente en operaciones marítimas. Hasta esta semana, los ataques estadounidenses han tenido como blanco lanchas rápidas que, según el gobierno, transportaban narcóticos —la mayoría interceptadas frente a las costas venezolanas—, causando la muerte de 61 presuntos traficantes.

Funcionarios de la administración afirman que la fuerza militar conjunta trasladará pronto sus operaciones a tierra, dado que los traficantes ya son menos propensos a arriesgar viajes que pueden ser detectados y atacados en el mar. La magnitud del despliegue ha llevado a muchos analistas a concluir que el objetivo final de la misión es la salida del régimen de Maduro, aunque funcionarios estadounidenses han ofrecido pocos detalles sobre posibles acciones dentro del país.

La mayoría de los expertos dudan que Estados Unidos tenga la intención de mantener una ocupación prolongada —una postura que Trump reiteró durante su campaña para un segundo mandato—. “Lo que él prefiere son operaciones puntuales, como el asesinato del general iraní Qasem Soleimani o los ataques contra instalaciones nucleares en Irán”, dijo Elliott Abrams, quien fue representante especial de Estados Unidos para Venezuela durante el primer mandato de Trump, al columnista del Herald Andrés Oppenheimer. “No creo que quiera algo que pueda alargarse.”

Aun así, una invasión a gran escala sería mucho más grande y costosa que la postura actual. Incluso la invasión estadounidense de Panamá en 1989 —un país más pequeño y militarmente menos complejo— requirió unos 30.000 soldados, recordó Abrams.

Mark F. Cancian, coronel retirado de la Marina y asesor principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), señaló que las fuerzas actualmente desplegadas en el Caribe son suficientes para realizar ataques y disuasión, pero no para una invasión.

“No hay suficiente poder de combate para una invasión”, dijo, “pero sí hay suficiente para ataques aéreos o con misiles contra los carteles o el régimen de Maduro.”

(El Nuevo Herald)

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  • Narcotráfico
  • Armas

La administración Trump ha tomado la decisión de atacar instalaciones militares dentro de Venezuela, y los bombardeos podrían ocurrir en cualquier momento, dijeron al Miami Herald fuentes con conocimiento de la situación, en momentos en que Estados Unidos se prepara para iniciar la siguiente fase de su campaña contra el cartel de los Soles.

Los planes de ataque, también reportados por el Wall Street Journal, buscan destruir instalaciones militares utilizadas por la organización de narcotráfico que, según Washington, está encabezada por el mandatario venezolano Nicolás Maduro y controlada por altos miembros de su régimen.

Fuentes dijeron al Herald que los objetivos —que podrían ser atacados por aire en cuestión de días o incluso horas— también tienen como fin decapitar la jerarquía del cartel. Funcionarios estadounidenses creen que el grupo exporta alrededor de 500 toneladas de cocaína al año, divididas entre Europa y Estados Unidos.

Aunque las fuentes declinaron decir si Maduro es en sí mismo un objetivo, una de ellas aseguró que su tiempo “se está acabando”.

“Maduro está a punto de encontrarse atrapado y pronto podría descubrir que no puede huir del país, incluso si lo intentara”, dijo la fuente. “Lo peor para él es que ahora hay más de un general dispuesto a capturarlo y entregarlo, plenamente consciente de que una cosa es hablar de la muerte, y otra es verla venir.”

Washington ha duplicado la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro, elevándola a $50 millones —la mayor de su tipo jamás ofrecida— y actualmente ofrece recompensas de $25 millones por la captura de varios de sus principales lugartenientes, incluyendo el ministro del Interior Diosdado Cabello, a quien se cree está a cargo de las operaciones del cartel. Otro alto funcionario del régimen que enfrenta cargos por narcotráfico en Estados Unidos es el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López.

Al anunciar en agosto la decisión de duplicar la recompensa previa de $25 millones sobre Maduro, la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, dijo que el mandatario lidera el Cartel de los Soles, una organización de narcotráfico incrustada en las fuerzas armadas venezolanas, y que trabaja con grupos violentos como la temida mega pandilla venezolana Tren de Aragua, el Cartel de Sinaloa de México y otras redes criminales transnacionales. Bondi calificó a Maduro como “uno de los mayores narcotraficantes del mundo y una amenaza para nuestra seguridad nacional”, y agregó que el aumento de la recompensa busca “cerrar el cerco” en torno a él.

Estados Unidos ha incrementado drásticamente su presencia militar frente a las costas de Venezuela como parte de una operación que, según la Casa Blanca, tiene como objetivo desarticular el narcotráfico y las redes criminales vinculadas al régimen de Caracas.

Una de las primeras acciones del presidente Donald Trump tras regresar a la Casa Blanca en enero de 2025 fue instruir al Departamento de Estado para designar a ciertos carteles de la droga como organizaciones terroristas y criminales transnacionales —incluyendo al Tren de Aragua y al Cartel de los Soles venezolano.

En agosto, Estados Unidos comenzó a reunir un gran despliegue en el sur del mar Caribe, cerca del norte de Venezuela, creando una Fuerza de Tarea Conjunta que inicialmente incluyó tres destructores —equipados para defensa aérea, antisubmarina y antimisiles— y un grupo anfibio de unos 4.500 soldados. La misión ha incluido patrullas marítimas con aviones de reconocimiento P-8 y vuelos de vigilancia de largo alcance para trazar las rutas del narcotráfico.

En septiembre, el despliegue fue reforzado con 10 cazas F-35B basados en la Base Aérea de Ceiba, en Puerto Rico, y drones armados MQ-9 Reaper estacionados en el aeropuerto Rafael Hernández de la misma isla. Funcionarios estadounidenses aseguran que esas aeronaves pueden ejecutar ataques de precisión contra laboratorios, pistas clandestinas, vehículos o embarcaciones vinculadas al narcotráfico.

El 24 de octubre, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenó el ingreso al Caribe del portaaviones USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque —incluidos el crucero USS Normandy y los destructores USS Thomas Hudner, USS Ramage, USS Carney y USS Roosevelt. El grupo de portaaviones, con más de 4.000 efectivos y alrededor de 90 aeronaves de combate, es descrito por oficiales venezolanos retirados que hablaron con el Herald como el eje central de una “fase final” destinada a neutralizar a los líderes del Cartel de los Soles y del Tren de Aragua, y a golpear objetivos fijos y móviles dentro de Venezuela.

Hasta ahora, la fuerza se ha empleado principalmente en operaciones marítimas. Hasta esta semana, los ataques estadounidenses han tenido como blanco lanchas rápidas que, según el gobierno, transportaban narcóticos —la mayoría interceptadas frente a las costas venezolanas—, causando la muerte de 61 presuntos traficantes.

Funcionarios de la administración afirman que la fuerza militar conjunta trasladará pronto sus operaciones a tierra, dado que los traficantes ya son menos propensos a arriesgar viajes que pueden ser detectados y atacados en el mar. La magnitud del despliegue ha llevado a muchos analistas a concluir que el objetivo final de la misión es la salida del régimen de Maduro, aunque funcionarios estadounidenses han ofrecido pocos detalles sobre posibles acciones dentro del país.

La mayoría de los expertos dudan que Estados Unidos tenga la intención de mantener una ocupación prolongada —una postura que Trump reiteró durante su campaña para un segundo mandato—. “Lo que él prefiere son operaciones puntuales, como el asesinato del general iraní Qasem Soleimani o los ataques contra instalaciones nucleares en Irán”, dijo Elliott Abrams, quien fue representante especial de Estados Unidos para Venezuela durante el primer mandato de Trump, al columnista del Herald Andrés Oppenheimer. “No creo que quiera algo que pueda alargarse.”

Aun así, una invasión a gran escala sería mucho más grande y costosa que la postura actual. Incluso la invasión estadounidense de Panamá en 1989 —un país más pequeño y militarmente menos complejo— requirió unos 30.000 soldados, recordó Abrams.

Mark F. Cancian, coronel retirado de la Marina y asesor principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), señaló que las fuerzas actualmente desplegadas en el Caribe son suficientes para realizar ataques y disuasión, pero no para una invasión.

“No hay suficiente poder de combate para una invasión”, dijo, “pero sí hay suficiente para ataques aéreos o con misiles contra los carteles o el régimen de Maduro.”

(El Nuevo Herald)

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