EE. UU. lanza ofensiva biológica contra el gusano barrenador: liberará millones de moscas estériles
Ante el resurgimiento del gusano barrenador del Nuevo Mundo en el sur de México, el gobierno de Estados Unidos ha puesto en marcha un ambicioso plan de emergencia que contempla la liberación masiva de moscas estériles desde aviones para frenar la propagación de esta peligrosa plaga, capaz de devorar tejido vivo y causar estragos en la industria ganadera.
El gusano barrenador —cuyo nombre técnico es Cochliomyia hominivorax— representa una amenaza grave y poco común: sus larvas no se alimentan de carne muerta como otras especies, sino de carne viva. “Un bovino de 450 kilos puede morir en dos semanas por una infestación”, advirtió Michael Bailey, presidente electo de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria.
La estrategia del gobierno estadounidense retoma una técnica probada desde los años 60: criar y esterilizar miles de millones de moscas macho mediante radiación, liberarlas sobre áreas afectadas y evitar que fecunden a las hembras silvestres. Al impedir la reproducción, se busca provocar el colapso de la población del parásito sin recurrir a pesticidas nocivos.
En colaboración con México, Estados Unidos proyecta abrir una nueva planta productora en el sur mexicano en julio de 2026, además de un centro de distribución en Texas a finales de este año. Mientras tanto, se incrementará la producción desde la planta en Panamá, que actualmente genera hasta 117 millones de moscas por semana, con la meta de llegar a 400 millones.
La reapertura de esta ofensiva también responde a un precedente alarmante: durante décadas, el gusano barrenador fue erradicado del territorio al norte de Panamá, pero su reciente regreso ha obligado a cerrar temporalmente la frontera sur de EE. UU. a la importación de ganado, caballos y bisontes vivos, medida que estará vigente al menos hasta septiembre.
El proceso industrial para criar estas moscas exige protocolos de seguridad estrictos, explicó Sonja Swiger, experta de la Universidad Texas A&M, para evitar la liberación accidental de ejemplares fértiles. Incluso la logística aérea conlleva riesgos: un avión involucrado en la dispersión se estrelló recientemente en la frontera entre México y Guatemala, dejando tres muertos.
Don Hineman, ganadero retirado de Kansas, recuerda los daños devastadores de las infestaciones pasadas: “En mi niñez, el olor a carne podrida era inconfundible. Nadie quiere revivir esa experiencia”. Expertos y agricultores coinciden: aunque se haya erradicado antes, la vigilancia constante y la inversión en infraestructura son claves para evitar que la plaga vuelva a arraigarse en América del Norte.
Ante el resurgimiento del gusano barrenador del Nuevo Mundo en el sur de México, el gobierno de Estados Unidos ha puesto en marcha un ambicioso plan de emergencia que contempla la liberación masiva de moscas estériles desde aviones para frenar la propagación de esta peligrosa plaga, capaz de devorar tejido vivo y causar estragos en la industria ganadera.
El gusano barrenador —cuyo nombre técnico es Cochliomyia hominivorax— representa una amenaza grave y poco común: sus larvas no se alimentan de carne muerta como otras especies, sino de carne viva. “Un bovino de 450 kilos puede morir en dos semanas por una infestación”, advirtió Michael Bailey, presidente electo de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria.
La estrategia del gobierno estadounidense retoma una técnica probada desde los años 60: criar y esterilizar miles de millones de moscas macho mediante radiación, liberarlas sobre áreas afectadas y evitar que fecunden a las hembras silvestres. Al impedir la reproducción, se busca provocar el colapso de la población del parásito sin recurrir a pesticidas nocivos.
En colaboración con México, Estados Unidos proyecta abrir una nueva planta productora en el sur mexicano en julio de 2026, además de un centro de distribución en Texas a finales de este año. Mientras tanto, se incrementará la producción desde la planta en Panamá, que actualmente genera hasta 117 millones de moscas por semana, con la meta de llegar a 400 millones.
La reapertura de esta ofensiva también responde a un precedente alarmante: durante décadas, el gusano barrenador fue erradicado del territorio al norte de Panamá, pero su reciente regreso ha obligado a cerrar temporalmente la frontera sur de EE. UU. a la importación de ganado, caballos y bisontes vivos, medida que estará vigente al menos hasta septiembre.
El proceso industrial para criar estas moscas exige protocolos de seguridad estrictos, explicó Sonja Swiger, experta de la Universidad Texas A&M, para evitar la liberación accidental de ejemplares fértiles. Incluso la logística aérea conlleva riesgos: un avión involucrado en la dispersión se estrelló recientemente en la frontera entre México y Guatemala, dejando tres muertos.
Don Hineman, ganadero retirado de Kansas, recuerda los daños devastadores de las infestaciones pasadas: “En mi niñez, el olor a carne podrida era inconfundible. Nadie quiere revivir esa experiencia”. Expertos y agricultores coinciden: aunque se haya erradicado antes, la vigilancia constante y la inversión en infraestructura son claves para evitar que la plaga vuelva a arraigarse en América del Norte.