El reciente hallazgo de “celdas VIP” en la Penitenciaría Nacional de Támara ha desatado un escándalo sobre la corrupción y el otorgamiento de privilegios dentro del sistema carcelario de Honduras. Las imágenes difundidas por las máximas autoridades del Instituto Nacional Penitenciario (INP) mostraron habitaciones transformadas en verdaderas suites, equipadas con aire acondicionado, televisores plasma, camas tipo hotel y refrigeradoras, destinadas a internos que podían costear estos lujos.
El presidente de la Comisión Interventora del Sistema Penitenciario, general Ramiro Fernando Muñoz, confirmó que una de las habitaciones era ocupada por un extraditable, mientras que otras eran habitadas por mareros que pagaban elevadas sumas para gozar de estas comodidades. Según Muñoz, estas celdas fueron construidas en un módulo diseñado originalmente para albergar a 40 privados de libertad, pero que solo contaba con cinco internos.
“Descubrimos un espacio hecho con paredes de cemento, con aire acondicionado y televisores, cuando deberían estar ahí 40 privados de libertad”, señaló Muñoz. Ante esta situación, las autoridades ordenaron la destrucción inmediata de las celdas de lujo y anunciaron el despido de 22 empleados asignados al penal, acusados de facilitar estos privilegios.
El hallazgo provocó fuertes cuestionamientos por parte de la comisionada del Comité Nacional de Prevención Contra la Tortura (Conaprev), Evelyn Melissa Escoto. La funcionaria reprochó que el general Muñoz desconociera la existencia de estas “suites VIP” en la cárcel más importante del país. “¿Por qué no hicieron la verdadera inspección antes, para evitar estas condiciones de privilegio para algunos privados de libertad?”, cuestionó Escoto.
El director del INP defendió su gestión argumentando que “Támara ha sido un nido de todo” y que la corrupción está arraigada en el sistema penitenciario desde hace años. “Creen que yo sé cada cosa que hay en las cárceles, para eso están los directores”, afirmó Muñoz. Sostuvo que la responsabilidad directa recae en los encargados de cada centro, y que en el caso de Támara, fue el actual director quien descubrió las celdas de lujo.
El escándalo de las celdas VIP pone de relieve las profundas desigualdades que persisten en el sistema penitenciario hondureño, donde algunos internos pagan por vivir con comodidades mientras la mayoría enfrenta condiciones de hacinamiento e inseguridad. Además, revela un sistema vulnerable a la corrupción y la complicidad entre funcionarios y privados de libertad.
El reciente hallazgo de “celdas VIP” en la Penitenciaría Nacional de Támara ha desatado un escándalo sobre la corrupción y el otorgamiento de privilegios dentro del sistema carcelario de Honduras. Las imágenes difundidas por las máximas autoridades del Instituto Nacional Penitenciario (INP) mostraron habitaciones transformadas en verdaderas suites, equipadas con aire acondicionado, televisores plasma, camas tipo hotel y refrigeradoras, destinadas a internos que podían costear estos lujos.
El presidente de la Comisión Interventora del Sistema Penitenciario, general Ramiro Fernando Muñoz, confirmó que una de las habitaciones era ocupada por un extraditable, mientras que otras eran habitadas por mareros que pagaban elevadas sumas para gozar de estas comodidades. Según Muñoz, estas celdas fueron construidas en un módulo diseñado originalmente para albergar a 40 privados de libertad, pero que solo contaba con cinco internos.
“Descubrimos un espacio hecho con paredes de cemento, con aire acondicionado y televisores, cuando deberían estar ahí 40 privados de libertad”, señaló Muñoz. Ante esta situación, las autoridades ordenaron la destrucción inmediata de las celdas de lujo y anunciaron el despido de 22 empleados asignados al penal, acusados de facilitar estos privilegios.
El hallazgo provocó fuertes cuestionamientos por parte de la comisionada del Comité Nacional de Prevención Contra la Tortura (Conaprev), Evelyn Melissa Escoto. La funcionaria reprochó que el general Muñoz desconociera la existencia de estas “suites VIP” en la cárcel más importante del país. “¿Por qué no hicieron la verdadera inspección antes, para evitar estas condiciones de privilegio para algunos privados de libertad?”, cuestionó Escoto.
El director del INP defendió su gestión argumentando que “Támara ha sido un nido de todo” y que la corrupción está arraigada en el sistema penitenciario desde hace años. “Creen que yo sé cada cosa que hay en las cárceles, para eso están los directores”, afirmó Muñoz. Sostuvo que la responsabilidad directa recae en los encargados de cada centro, y que en el caso de Támara, fue el actual director quien descubrió las celdas de lujo.
El escándalo de las celdas VIP pone de relieve las profundas desigualdades que persisten en el sistema penitenciario hondureño, donde algunos internos pagan por vivir con comodidades mientras la mayoría enfrenta condiciones de hacinamiento e inseguridad. Además, revela un sistema vulnerable a la corrupción y la complicidad entre funcionarios y privados de libertad.